viernes, 4 de diciembre de 2009

y el camino continúa...

En ocasiones pasa la vida y entre el ritmo de los días y las horas se llega a una encrucijada, una bifurcación, a un camino pitagórico…, entonces aparece la Duda. Razón o corazón.

En ocasiones pasa la vida hasta que un día se decide elegir aquel sendero que aparece a mano izquierda, según se llega. El camino del corazón, pero también del sentido común, del valor, de la ética y de la sabiduría. Porque ese corazón ya no es un corazón de quince años que galopa desbocado en el pecho sino un corazón de cadencia acompasada, no exento de miedos, pero de pálpito firme y cierto. Reconocer esos momentos, saborearlos, y disfrutarlos y elegirlos es un ir sumando grados, en ese ciego peregrinar hacia la nada o el todo, que es lo mismo. Hay que crecer antes de multiplicarse, ya lo dicen el Génesis y hasta los últimos gurús. Así pues, tú que ahora estás leyendo, eres la tierra y su simiente, te dejo este presente y sea para ti como agua para caminante, para tu corazón sediento.

1. Fija tu atención en ti mismo, sé consciente en cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces.
2. Termina siempre lo que comenzaste.
3. Haz lo que estás haciendo lo mejor posible.
4. No te encadenes a nada que a la larga te destruya.
5. Desarrolla tu generosidad sin testigos.
6. Trata a cada persona como si fuera un pariente cercano.
7. Ordena lo que has desordenado.
8. Aprende a recibir, agradece cada don.
9. Cesa de autodefinirte.
10. No mientas ni robes, si lo haces te mientes y te robas a ti mismo.
11. Ayuda a tu prójimo sin hacerlo dependiente.
12. No desees ser imitado.
13. Haz planes de trabajo y cúmplelos.
14. No ocupes demasiado espacio.
15. No hagas ruidos ni gestos innecesarios.
16. Si no la tienes, imita la fe.
17. No te dejes impresionar por personalidades fuertes.
18. No te apropies de nada ni de nadie.
19. Reparte equitativamente.
20. No seduzcas.
21. Come y duerme lo estrictamente necesario.
22. No hables de tus problemas personales.
23. No emitas juicios ni cri­ticas cuando desconozcas la mayor parte de los hechos.
24. No establezcas amistades inútiles.
25. No sigas modas.
26. No te vendas.
27. Respeta los contratos que has firmado.
28. Sé puntual.
29. No envidies los bienes o los éxitos del prójimo.
30. Habla sólo lo necesario.
31. No pienses en los beneficios que te va a procurar tu obra.
32. Nunca amenaces.
33. Realiza tus promesas.
34. En una discusión ponte en el lugar del otro.
35. Admite que alguien te supere.
36. No elimines, sino transforma.
37. Vence tus miedos, cada uno de ellos es un deseo que se camufla.
38. Ayuda al otro a ayudarse a si­ mismo.
39. Vence tus antipatí­as y acércate a las personas que deseas rechazar.
40. No actúes por reacción a lo que digan bueno o malo de ti.
41. Transforma tu orgullo en dignidad.
42. Transforma tu cólera en creatividad.
43. Transforma tu avaricia en respeto por la belleza.
44. Transforma tu envidia en admiración por los valores del otro.
45. Transforma tu odio en caridad.
46. No te alabes ni te insultes.
47. Trata lo que no te pertenece como si te perteneciera.
48. No te quejes.
49. Desarrolla tu imaginación.
50. No des órdenes sólo por el placer de ser obedecido.
51. Paga los servicios que te dan.
52. No hagas propaganda de tus obras o ideas.
53. No trates de despertar en los otros emociones hacia ti como piedad, admiración, simpatí­a, complicidad.
54. No trates de distinguirte por tu apariencia.
55. Nunca contradigas, sólo calla.
56. No contraigas deudas, adquiere y paga en seguida.
57. Si ofendes a alguien, pídele perdón.
58. Si lo has ofendido públicamente, excúsate en público.
59. Si te das cuenta de que has dicho algo erróneo, no insistas por orgullo en ese error y desiste de inmediato de tus propósitos.
60. No defiendas tus ideas antiguas sólo por el hecho de que fuiste tú quien las enunció.
61. No conserves objetos inútiles.
62. No te adornes con ideas ajenas.
63. No te fotografíes junto a personajes famosos.
64. No rindas cuentas a nadie, sé tu propio juez.
65. Nunca te definas por lo que posees.
66. Nunca hables de ti sin concederte la posibilidad de cambiar.
67. Acepta que nada es tuyo.
68. Cuando te pregunten tu opinión sobre algo o alguien, di sólo sus cualidades.
69. Cuando te enfermes, en lugar de odiar ese mal considéralo tu maestro.
70. No mires con disimulo, mira fijamente.
71. No olvides a tus muertos, pero dales un sitio limitado que les impida invadir toda tu vida.
72. En el lugar en que habites consagra siempre un sitio a lo sagrado.
73. Cuando realices un servicio no resaltes tus esfuerzos.
74. Si decides trabajar para los otros, hazlo con placer.
75. Si dudas entre hacer y no hacer, arriésgate y haz.
76. No trates de ser todo para tu pareja; admite que busque en otros lo que tú no puedes darle.
77. Cuando alguien tenga su público, no acudas para contradecirlo y robarle la audiencia.
78. Vive de un dinero ganado por ti mismo.
79. No te jactes de aventuras amorosas.
80. No te vanaglories de tus debilidades.
81. Nunca visites a alguien sólo por llenar tu tiempo.
82. Obtén para repartir.
83. Si estás meditando y llega un diablo, pon ese diablo a meditar…

Mandamientos de Gurdjieff.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Nel mezzo del cammin di nostra vita...

Ya firmaríamos muchos porque en realidad fuese la mitad del camino andado. Quizá como dijo Dante en el comienzo de su primer canto, sea el momento en el que comienza la bajada a los infiernos. Hemos vivido bastante y nos ha parecido que todo fue ayer, todavía nos queda mucho por recorrer, carpe diem, pues. Yo ya he plantado mi árbol, he escrito mi libro y he tenido a mi hijo, según reza la voz popular ya me he realizado. Quizá para convertirme en renunciante hindú debería criarlo un poco más y luego, como diría Sancho Panza -humilde pero honrao- a quemar las naves y que me quiten lo bailao que más sabe el diablo por viejo que por diablo y que ande yo caliente pues más vale pájaro en mano que ciento volando y lo que va delante, va delante que más vale solo... y así toda una retahíla paremiológica. Qué nos deparará el paso del ecuador, el cuerpo y las fuerzas comienzan a menguar, empiezan a aparecer deterioros propios del paso del tiempo y de la edad, se pueden refrenar, sí, pero, aunque más lento si cabe, todo llega inexorable. ¿Aborregamiento mental? Me niego. La gente empieza a enquistarse en sus puntos de vista, a hablar de lo mismo, a complicarse la vida, a ritrovarse en una selva oscura, a que nada sea diferente, a ¡ya te decía yo!, ¡qué me vas a decir a mí!, a ¡yo ya estoy de vuelta de todo! Infeliz del que ve al mundo tan solo a través de su mínimo cristal. Viva la curiosidad, siempre se aprende algo nuevo si estamos a abiertos a ello, al observar y al escuchar desde el respetuoso silencio siempre se percibe una sutil música que suena diferente. Bendita la curiosidad del niño, la del gato que casi lo mata, yo me considero un curioso pero no aquel impertinente del Quijote. Tengo en la cabecera de mi cama, ondeando flamígeramente, la sentencia de nulla dies sine linea. Cualquier cosa vale la pena por pequeña que sea si aprendes algo y siempre hay algo que aprender. Así que yo os invito, como decían los clásicos, aprended, aprended deleitándoos. Ya descansareis al final cuando llegue el sueño igualatario y eterno. Por bienvivida daré así mi existencia si cada día, en cada cosa que hago aprendo algo, y no hablo solo de conocimientos. Saber acrecentar la verdadera sabiduría a medida que se hace camino es un don precioso que pocos saben cultivar.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Pero cuando llegó la noche 310, ella dijo...

Scherezade cuenta en su noche 310 la sexta y la séptima historia de Simbad el marino donde aparece la isla de Serendib y la historia de los tres príncipes. Hace años, en 1993 me encontré, quizá por serendipia, con un libro que me alumbró más sobre la cuestión. El libro se titulaba "Serendipia, descubrimientos accidentales de la ciencia" de Royston M. Roberts, en él se habla del papel del azar en los muchos descubrimientos científicos y técnicos. Pero de todo ello se extrae algo más, que siempre hay una persona en un lugar y en un tiempo que toma una decisión, la que origina la serendipia. La vida es la patria de la serendipia. ¿Cuántas cosas nos encontramos durante este recorrido? El amor, la amistad, el dolor, oportunidades y cuántas otras cosas más. Pero ¿es realmente la casualidad, la suerte o el azar? Creo que no. Hay algo más, algo que está en nuestra mano, el tomar la decisión de hacer algo. Eso es lo que marca la diferencia en la vida, hacerlo o no hacerlo, de ahí se derivan las consecuencias de todo. Podemos descubrir cosas por casualidad, pero tenemos que estar en el tiempo y lugar adecuado y tomar la decisión. Saber observar lo que nos rodea y... ejecutar la acción. Ya se verá, andando el tiempo, si la decisión ha sido correcta o no, si conlleva algo bueno o no, pero desde luego hay que actuar.
Así pues, hagamos, la vida sonríe más a los que hacen, no tanto a los que solo piensa en hacer. Decide y haz.